Parece que la vida me llama, me dice ven.
Parece que mi amada me ama, lo pude ver.
El sueño de quien, no teniendo nada, solo conserva su cortesía en el trato.
No me faltaba pan en la boca, pero algo se perdió. Lazos familiares quebraban. Y el niño que fui durmió. Durmió debajo de un árbol que el mal sembró tiempo atrás, ya en la antigüedad.

Hombres nobles y decentes sucumbieron en las sombras que dominan parajes sombríos del odio, de la no aceptación, en fin, del descuido hacia uno mismo.
Nadie en mi entorno presente estuvo allí, solo yo, maldito, apartado de la realidad.
Ni dios vino a buscarme.
¿Entonces? ¿Qué o cuánto debo yo?
¡Nada! Si acaso amor a mí mismo.
Rober.B. 2021