“Voy, no voy, voy, no”… nunca me parecía el momento para ir, pero creo que siempre era el momento justo… ¡De todos modos, ahora estoy aquí y estoy contenta!
Soy Marta, voluntaria italiana en Intras. Llegué aquí en Burgos en junio con ganas de empezar esta nueva experiencia y conocer nuevas personas.
Ya al principio he recibido una buena acogida en la residencia de las Huelgas, tanto de los trabajadores como de las personas que allí viven. Es como un hogar, cada uno con su rutina, sus necesidades, su manera de ver el mundo, pero en la que todos se comprometen a encontrar el mejor modo para convivir, como una familia.
Llevo aquí en Burgos tres meses y me siento satisfecha del proyecto que he elegido. Para mí es una manera de crecer como persona, pero también me está dando la oportunidad de aprender y formarme en otra manera, menos formal, y siento que mi bagaje se está enriqueciendo.

Todo esto es gracias a la gente de la residencia porque me están dando la oportunidad de hacer actividades y me explican cómo es el trabajo que hacen; por otro lado, pasar tiempo hablando, compartiendo opiniones con los residentes es maravilloso porque cada uno tiene su canal preferido para comunicar y cuando lo descubres, te permiten de entrar un poco en su vida y eso te llena el corazón.

La residencia es una estructura abierta, los “chicos/as” pueden salir, hacer su vida fuera y al mismo tiempo sentirse apoyados por el personal de allí. El objetivo es que cada uno pueda adquirir su autonomía y desarrollar sus capacidades.
En general, se habla de incluir la persona en la sociedad, pero es útil preguntarnos como la sociedad pueda cambiar para acogernos a todos y eso significa ponernos todos en discusión, es decir, reflexionar en que podemos hacer cada uno para que todo el mundo tenga los mismos derechos. Hay que luchar contra el estigma relacionado a los problemas de salud mental y hay que informar a la gente porque es la falta de conocimiento la que lleva al ser humano a tener miedo y a juzgar.
Cuando visité en Volterra (un pueblo de la Toscana), un ex manicomio, lo que más me afectó fue pensar de estar allí e imaginar el sufrimiento de la gente, privada de su humanidad, de sus afectos, de sus cosas, de todo lo que nos define. Estas personas tratadas como invisibles, me acuerdo que me parecía todo gris aunque era un día soleado. Lo que me emocionó más fue escuchar las cartas que nunca fueron enviadas a las familias.
Lo que no conocemos nos asusta y tampoco quiero juzgar a las personas con prejuicios sobre las personas con trastornos psiquiátricos; yo he querido formarme en psicología y eso me ha permitido ampliar mis estudios e informarme más, pero todavía, es casi como un argumento tabú; por eso, lo que opino, es que hay la necesidad de ofrecer más informaciones y conocimientos.
Burgos, Marta Faleni